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Martha Jiménez: La escultura urbana en el centro colonial de Camagüey

Con su escultura urbana, la creadora Martha Jiménez, acude a una tradición contemporánea de redefinir el afán de la escultura a partir de códigos coloniales. es decir, agrupar conjuntos de figuras escultóricas para que ocupen los espacios urbanos de las plazas principales de las ciudades latinoamericanas. En la introducción a su libro "City/Art: The Urban Scene in Latin America" (2009) [Ciudad/Arte: La escena urbana en Latinoamérica]. Rebeca E. Biron define las ciudades latinoamericanas como centros que bullen con la urgencia de un presente perpetuo, pero que al mismo tiempo se conciben como monumentos y museos históricos (2).

Fundadas por los colonizadores españoles y portugueses, las ciudades latinoamericanas debían reproducir el modelo urbano ibérico; con una plaza central rodeada de edificios administrativos, una iglesia o catedral, y residencias de la gran sociedad. Este modelo urbano había de centralizar el poder colonial (13). Biron enfatiza que las actuales artes urbanas latinoamericanas configuran espacios imaginables, al representar escenas improvisadas que dramatizan las estrategias de supervivencia de un pueblo que ha de ajustarse a una replanificación urbana constante (23).

Para responder a la crisis económica del Período Especial en Tiempo de Paz, los historiadores de las ciudades cubanas se concentraron en la restauración de sus plazas y edificios coloniales, reorientando sus funciones originales hacia otras más lucrativas tales como; museos históricos, hostales y hoteles, restaurantes temáticos, etc. para ser exhibidos y utilizados por un público internacional que paga con moneda extranjera (Moneda Dura).

Aunque la ciudad de La Habana recibió la mayor atención bajo el liderazgo de Eusebio Leal, a partir de los años noventa otras ciudades de provincia, como la ciudad de Camagüey, empezaron a reconstruir sus centros históricos con el fin de atraer el lucrativo negocio de la industria turística. Muchas personas y turistas viajan a la provincia camagüeyana para visitar sus extensos archipiélagos: los Jardines del Rey, al norte, y los Jardines de la Reina al sur, pero luego se detienen a pasear por las calles coloniales de la capital provincial.

Fundada en 1514 con el nombre de Santa María del Puerto Príncipe, la ciudad de Camagüey fue declarada Patrimonio Cultural por la UNESCO en el año 2005 (Gómez Consuegra). La Oficina del Historiador de la Ciudad respondió con el plan “Ciudad 500” para restaurar, en tres etapas, su infraestructura. La primera etapa comenzó en el año 2007 y debe concluir en el 2014, la tercera etapa deberá concluir en el año 2030.

Entre los ejemplos de proyectos urbanos realizados hasta fines del 2012, se incluyen la construcción de espacios peatonales en las plazas del Carmen, San Juan de Dios y de la Calle Maceo. También exhiben conjuntos escultórico como el de la Plaza del Carmen, el centro comercial Calle Maceo con tiendas, cafeterías, restaurantes y librerías, y la reanimación urbana de las plazas del Gallo y de San Juan de Dios, con hoteles en edificios coloniales. Para finales de la primera etapa en el 2014, figuran la escultura de Gertrudis Gómez de Avellaneda y una máquina de coser en la plazoleta de Martí y el Paseo Temático del Cine entre otros proyectos (Guzmán, “Ciudad 500”).

En su ensayo “Modelos del desarrollo cultural urbano: Centrificación o urbanismo social", George Yúdice se pregunta si los proyectos de revitalización urbana, con el fin de atraer el turismo cultural, no superponen los intereses económicos y lucrativos sobre los intereses de las poblaciones que habita en esos espacios coloniales. A menudo los habitantes de estos centros son desplazados o marginados, por ser calificados de elementos indeseados en un entorno cultural restaurado para el consumo turístico. En muchas países latinoamericanos estas "creativas" ciudades son producto de una alianza entre intereses locales y un capital internacional que desdeña las poblaciones locales.

Para contrarrestar esta tendencia, Yúdice cita el ejemplo de la ciudad de Bogotá que bajo el gobierno de Antanas Mockus, 1995-1997, creó el Programa para la Cultura Cívica, concentrando recursos y esfuerzos en una serie de gestiones públicas y privadas, con el fin de generar la participación cívica y por ende, favorecer los intereses de los moradores de la ciudad (6).

En la ciudad de La Habana, el acuerdo 2951 del Consejo de Ministros, en 1995, declaró La Habana Vieja “Zona de Alta Significación para el Turismo”. Eusebio Leal, historiador de la ciudad, creó Habaguanex con el propósito de recaudar fondos para la restauración del centro histórico de la ciudad. El proyecto tomó en cuenta la opinión de especialistas, pero también incluyó la participación de la comunidad con el fin de evitar el desplazamiento de los habitantes de la Habana Vieja.

Con ese fin se incorporaron en algunos de los edificios restaurados escuelas, farmacias, centros comunitarios para miembros de la tercera edad, etc. También se hizo el esfuerzo de entrenar y emplear a los habitantes de la ciudad en los talleres de artesanías y otros servicios para el turismo. Aún así, dada la existencia en los antiguos edificios coloniales de solares y cuarterías con múltiples habitantes, la empresa Habaguanex ha tenido que enfrentase a la realidad, no todos los habitantes de los antiguos solares han podido beneficiarse de la transformación de La Habana Vieja en “Zona de Alta Significación para el Turismo” (Scarpaci, Segre y Coyula 331-345).

En el caso de la ciudad de Camagüey, el plan “Ciudad 500”, ha beneficiado a sus habitantes directamente a través de la modernización de las redes técnicas soterradas de agua, electricidad, telefonía y alcantarillado, empezando con la renovación de la calle Maceo, que culminó en el año 2011 y más tarde prosiguió por las calles principales de la ciudad (Hurtado Cardoso 30-32, Tamares Henderson 9-14).

Los nuevos espacios peatonales construidos en varias plazas de la ciudad, por ejemplo la Plaza de la Solidaridad, ofrecen espacios para la celebración de eventos culturales y de otra índole, como sucede en la Plaza de San Juan de Dios que permite la instalación de quioscos o puestos, donde los artesanos locales pueden vender sus productos al turismo. Las nuevas cafeterías y cafés ubicados en varios centros comerciales, le ofrecen nuevas oportunidades de empleo a la población camagüeyana.

“Ciudad 500” también se ha encargado de planificar proyectos escultóricos y murales para enriquecer el ambiente cultural e histórico de la ciudad. En este ensayo quisiera concentrarme en la obra escultórica de Martha Jiménez, con énfasis en el "Conjunto Escultórico de la Plaza del Carmen" (2002) y el mural de la "Serie de Ascención", en el Parque Longitudinal (2004). Ambas obras configuran espacios urbanos, al representar escenas improvisadas que dramatizan simultáneamente, las estrategias de supervivencia del pueblo camagüeyano durante la época de la colonia y el Período Especial.

La obra escultórica de Jiménez se ubica dentro de la tradición que Pavel Alejandro Barrios denomina como Nueva Cerámica Camagüeyana, "mérito que correspondió a un equipo de instructores de arte, dirigido por quien fungió, inconscientemente, como la primera curadora de la manifestación en la provincia: Martha Jiménez” (26). De acuerdo con Barrios, los presupuestos “se resumen en la conquista de la calidad artística... y el establecimiento definitivo de la variante escultórica” (26), con, “frecuentes asociaciones a referentes arquitectónicos de la ciudad colonial” (28).

A primera vista, el Conjunto Escultural de la Plaza del Carmen parece congelar un momento histórico autóctono, al representar la integración de las culturas hispana y africana que todos conocemos como mestizaje. En un extremo del conjunto está el español, sentado en un banco leyendo el periódico, como marcando su privilegio en la jerarquía colonial, que le otorgaba la opción de ser instruido y de gozar del ocio para leer el periódico. Al otro extremo del conjunto vemos al carretero, descendiente de africanos, que distribuye el agua a los moradores de la plaza en tinajones que anuncian que; “Si tomas agua de tinajón te quedas en Camagüey.”

Símbolo de la ciudad, el tinajón también representa al sector artesanal de la provincia, con miembros de la población dedicados a abastecer a sus habitantes con vasijas de cerámica para recaudar agua, aceite, vino, etc. Particularmente, durante conocidas épocas de sequía en la provincia de Camagüey, los grandes tinajones que estaban en los patios de las casas coloniales, dejaron de ser meros símbolos de la ciudad para ponerse al servicio de la población, acumulando el agua que se repartía periódicamente durante el Período Especial.

La parejita sentada en el banco cerca del español alumbra la noche con un quinqué, distraídos en su encuentro idílico. El quinqué, fuente de luz en un pasado remoto, llegó a ser útil de nuevo durante los años noventa, cuando los frecuentes apagones forzaron a los habitantes de la ciudad a salir a la intemperie a conversar con los vecinos, esperando a que se restituyera la "luz".

En el centro del conjunto, sentadas en taburetes, tres chismosas toman café y comparten las novedades del día en un momento de receso de sus actividades domésticas. Los taburetes las sitúan en un momento histórico ya pasado, cuando la industria ganadera representaba el principal ingreso de la provincia, pero al igual que todas las figuras representadas en el conjunto, sus vestidos son actuales, la ropa las identifica como miembros del sector laboral, con delantales superpuestos a faldas cortas y blusas reveladoras de su femenina sensualidad.

En conversación con Martha Jiménez, la artista señaló que quiso representar la libre expresión de la sensualidad femenina precisamente con figuras situadas frente a un antiguo convento, donde la mujer había de negar su sexualidad y dedicarse exclusivamente a los mandatos de su religión católica.

Las chismosas comparten un momento de solidaridad femenina. Una de ellas está tan concentrada en revelar sus novedades a sus dos amigas, que con el gesto de poner la mano cerca de la boca para que sólo ellas la puedan escuchar, por poco hace caer la tacita de café que sostiene con la mano, mientras que sus amigas se inclinan hacia ella para oír mejor. Estos gestos exagerados también dramatizan el acto de compartir los secretos de los "amos del momento" que las "esclavas domésticas" guardaban o guardan. Pasado y presente se funden en las figuras de tres mujeres.

En la novela decimonónica "Cecilia Valdés" de Cirilo Villaverde, el personaje de María de Regla, la esclava que amamantó a sus hijos al igual que a los de sus amos, es el personaje que le comunica al lector que los protagonistas; Leonardo Gamboa, hijo del esclavista y Cecilia Valdés, hija bastarda del mismo, son medios hermanos. En la novela, este secreto guardado no evita la consumación del incesto entre los protagonistas.

En el conjunto escultórico de Martha Jiménez, el chisme compartido entre las mujeres en la plaza, habla del mestizaje implícito en una obra artística que decididamente no puede silenciar la actualidad pública. En un comentario sobre el Conjunto, publicado por Enrique Milanés León en el periódico Granma (14 Agosto 2008), el periodista declara que el tema de la conversación entre las chismosas es el “patrimonio cultural de la humanidad.” Esa conversación, añade Milanés León, se asemeja a un poema de nuestro ilustre vecino, Nicolás Guillén, gran exponente del mestizaje cubano.

Con el Conjunto Escultórico de la Plaza del Carmen, Martha Jiménez ha sabido definir muy bien lo que ella misma llama “lo nuestro,” en términos nacionales y regionales, siempre vinculando el pasado con el presente, valorizando ambos y subrayando el espíritu de supervivencia del pueblo camagüeyano en momentos de adversidad. En su libro sobre la escultura pública contemporánea (1992), Harriet F. Senie dice que la escultura en la segunda mitad del siglo veinte pasa de la figuración de individuos a la representación de un complejo humano que dramatiza y define un paraje cultural (39).

Con su conjunto escultórico, Jiménez ha recreado la plaza colonial del Carmen, con su iglesia, su convento y las antiguas residencias de la clase privilegiada. El español, los amantes, el carretero y las chismosas, representantes de las culturas europeas y africanas que definieron el color cubano de acuerdo a José Martí, también son emblemáticos de los varios sectores sociales de la ciudad: el intelectual (el español), la clase obrera (el carretero y las chismosas) y la nuevas generaciones (los amantes).

Las chismosas también introducen un aspecto carnavalesco al lugar, con sus gestos exagerados y su actividad de choteo. Este aspecto humorístico de las chismosas hace contrapunto con la seriedad oficial de los edificios coloniales, que antaño albergaron al poder de la iglesia y la corona.

El conjunto incluye taburetes y bancos vacíos, como invitando a los peatones a sentarse y compartir su momento de ocio con las figuras en bronce. El historiador de la ciudad, cuya sede se encuentra en dicha plaza, ha creado afiches que identifican las figuras del español y el carretero con habitantes actuales de la ciudad. A partir de estos afiches del conjunto escultórico, la obra de Martha Jiménez se empieza a identificar como símbolo de la ciudad misma, para los turistas y para los propios ciudadanos.

En el año 2005, la revista "Senderos", publicación de la oficina del historiador, le dedicó una página entera a la Plaza del Carmen y al conjunto escultural, describiéndolo así: “La arquitectura y el carácter sencillo y afable de sus moradores, convierten al lugar en un obsequio para los sentidos, en una típica evocación del Camagüey” (30).

El mural de la "Serie de Asención" situado en el Parque Longitudinal, 2004, retrata a dos ciclistas que parecen flotar, más allá de su realidad cotidiana de tener que trasladarse de un lado a otro en bicicletas chinas, evocando una escena real que diariamente se podía ver en todo el territorio nacional, cuando el sistema de transporte público colapsó en los años noventa por la escasés del petróleo en la isla.

En 1995 se estima que había un millón de bicicletas en Cuba (Scarpaci, Segre, Coyula, 242). El ir y venir de la casa al trabajo o realizar cualquier otra gestión que antes se podía hacer utilizando guaguas, tuvo que efectuarse manejando las bicicletas, bajo el calor del trópico y el agotamiento físico y mental por las vicisitudes que trajo el Periodo Especial.

Como en el caso de las chismosas, Martha Jiménez utiliza el humor carnavalesco para reflejar una realidad cotidiana. El mural ha sido construido con trozos de cerámica esmaltada de diferentes tamaños y formas, para representar a una pareja, vestida como arlequines, flotando sobre el manubrio y las ruedas de una bicicleta en un trasfondo celestial. Él viste pantalones con rombos, su cabello está trenzado y rematado con cuentas de colores a la manera africana. Ella lleva un vestido con flores multicolores, con la falda elevada, lo que permite revelar los sostenes de sus medias negras.

Ascendiendo en bicicleta hacia un trasfondo de estrellas y soles, la pareja intenta acercarse para darse un beso. El mural de cerámica recuerda las obras del arquitecto catalán Antoni Gaudí y su Parque Güell, en Barcelona, donde la cerámica esmaltada ha sido utilizada para crear un sitio de recreo de la población citadina. El gesto de una pareja que flota entre la realidad y la imaginación para disfrutar del beso, recuerda la obra "Cumpleaños" de Marc Chagall (1915), en donde dos amantes flotan sobre el piso, el amante elevado por el deseo de besar a su amada. Con este mural, Jiménez recurre a la estrategias estéticas de los grandes artistas de la modernidad europea, para representar una realidad cotidiana cubana en plena crisis económica.

El mural también interpreta de una manera novedosa el mestizaje decimonónico. Al contrario de la realidad fundacional, cuando el hombre blanco subyugaba o forzaba a la mujer negra en términos sexuales, el mural muestra a la Cuba actual mediante una escena en donde la mujer blanca acepta el beso del hombre de piel morena. El encuentro entre las razas ha de trascender los prejuicios sociales de la colonia española. Con este mural Martha Jiménez acude a la imaginación carnavalesca para celebrar el espíritu lúdico de todo un pueblo, que gracias a esa manera de ser pudo transcender las carencias y vicisitudes de una época difícil.

De acuerdo al crítico cubano Luis Álvarez Álvarez, la figura femenina en Martha Jiménez... “se atreve al juego difícil de hacer poesía y narración sin palabras” (43). Con estas palabras Álvarez ubica a Jiménez dentro del movimiento de arte conceptual en Cuba, que tuvo su mayor expresión entre los años 80 y 90 del pasado siglo.

Gerardo Mosquera, describiendo a la generación de los 80, habla de la carga conceptual de artistas como Sandra Ramos, Roberto Fabelo y otros, que exploraron su definición de lo cubano en obras como “La maldita circunstancia del agua por todas partes”, de Ramos (1993), y “En el muro del Malecón”, de Fabelo (1999). A partir del fin del milenio, el arte conceptual cubano se dedica a la labor de representar los problemas de la vida diaria del cubano, en combinación con una profunda crítica de una sociedad en transformación.

En las obras aquí analizadas, Martha Jiménez nos presenta un teatro histórico, concentrándose en las actividades cotidianas de los ciudadano. Estas actividades de montar bicicleta, sentarse en la plaza para leer el periódico, conversar mientras se toma una taza de café y distribuir agua en tinajones, ubican lo aparentemente cotidiano en un contexto cultural que ilumina los conceptos más importantes de la historia cubana: la fundación del país sobre la base de una economía esclavista, y el mestizaje de los europeos con los africanos como estrategia de valorización ética y estética, generando un contrapunto con la transcendencia de prejuicios coloniales, que al perderse en el tiempo, desarrollaron nuevas definiciones de raza, género e idiosincrasia y definen al cubano de hoy.

Obras Citadas:

Álvarez Álvarez, Luis. “Martha Jiménez: Luz propia densamente carnal.” Antenas 10 (Mayo-Agosto 2003): 43-46. Impreso.
Biron, Rebecca E. City/Art: The Urban Scene in Latin America. Durham y London: Duke UP, 2009. Impreso.
Gómez Consuegra, C. Lourdes. “Camagúey, Urbanismo y Arquitectura: Santa María del Puerto Príncipe, una excepción de la regla.” La luz perenne: La cultura en Puerto Príncipe (1514-1898). Eds. Álvarez Álvarez, Luis, Olga García Yero and Elda Cento Gómez. Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 2013. Impreso.
Guzmán, Ernesto. “Ciudad 500.” La V Conferencia Internacional,Género, Familia y Sociedad en el contexto de un desarrollo sostenible,” 3 al 5 de Junio de 2013, Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte. Ponencia.
Hurtado Cardoso, Martha. “La imagen renovada de la calle Maceo.” Senderos 11 (Julio-Dic. 2011): 30-32. Impreso.
Jiménez, Martha Petrona. < http://www:martha-jimenez.es > Red. 25 Mayo 2013.
Jiménez, Martha. Entrevista Personal. 23 Feb. 2012.
Milanés León, Enrique. Granma 44.194. [Havana, Cuba] 14 Agosto 2008:8. Impreso.
Mosquera, Gerardo. “The Infinite Island: Introduction to New Cuban Art.” Contemporary Art from Cuba: Irony and Survival on the Utopian Island. New York: Arizona State University Art Museum and Delano Greenidge Editions, 1999. 23-29. Impreso.
Scarpaci, Joseph L., Roberto Segre & Mario Coyula. Havana: Two Faces of the Antillean Metropolis. Revised Edition. Chapel Hill: The U of North Carolina P, 2002. Impreso.
Senderos 5 (Julio-Dic. 2006): 30. Impreso. 
Senie, Harriet F. Contemporary Public Sculpture: Tradition, Transformation, and Controversy. New York: Oxford UP, 1992. Impreso.
Tamames Henderson, Marcos. “El paseo más auténtico del Camagüey.” Senderos 11 (Julio-Dic. 2011): 9-14. Impreso.
Yúdice, George. “Modelos de desarrollo cultural urbano: ¿gentrificación o urbanismo social?” Alteridades 18.36 (Julio-Dic. 2008). Red. 29 Agosto, 2012.

Por: Flora González. Writing, Literature and Publishing
Emerson College. 120 Boylston Street, Boston, MA 02116